Es muy común ver en notas, videos, y publicaciones de redes sociales como algunas personas con base en fuentes dudosas (se deduce esto debido a la falta de rigor académico de dichas fuentes) como hablan de la inquisición y de la caza de brujas como si fueran un mismo fenómeno. Más curioso es todavía, la cantidad de mitos y leyendas que se propagan a través de dichos canales de información, los cuales carecen del debido sustento histórico. De esta forma, pasaremos a diferenciar cada uno de los dos fenómenos anteriormente mencionados y a esbozar algunas mínimas características de cada uno.
Ahora bien, en términos académicos se deben diferenciar dos fenómenos diferentes, la inquisición y la caza de brujas.
La inquisición fue un procedimiento reglado, que buscaba investigar a cristianos que cayeran en herejía, es decir que fueran en contra de la doctrina de la iglesia católica. Cabe aclarar que la inquisición era un procedimiento de investigación (como se pude afirmar con base en la raíz etimológica de la palabra inquisición») totalmente reglado, específicamente por bulas y decretos papales, una muestra de un antecedente de lo que hoy conocemos como «debido proceso» aunque su naturaleza no fue tal como hoy en día desde la concepción jurídica se entiende al debido proceso. Es así que el principal medio de prueba en ese tiempo era la confesión, la cual se obtenía muchas veces mediante tortura. No obstante, está tortura estaba regulada, pues según la bula «ad Extirpanda» del año 1252, promulgada por el Papa Inocencio IV se prohibía el derramamiento de sangre, además de establecer que la tortura debía ser moderada sin poner en riesgo la vida del acusado.
Es más, popularmente a este tribunal se le conocía como el tribunal de la misericordia, pues muchos delincuentes preferían la inquisición antes que un tribunal secular, para lo cual intencionadamente profesaban alguna «herejía», debido a que en la inquisición eclesial «de la iglesia católica» la tortura era mucho más moderada comparada con la de los tribunales seculares; además, si el «hereje» llegaba a confesar, y manifestaba un arrepentimiento y hacia la promesa de no volver a caer en herejía era perdonado. Llegan a tal punto los acontecimientos aquí narrados, que los números de una de las supuestas inquisiciones más sangrientas, como para muchos fue la inquisición española, llegó a tener, según Gustav Henningsen (el historiador más reconocido e importante respecto del estudio de la inquisición española), entre 3.000 y 5.000 condenados en toda su historia, encontrando que en los periodos entre 1540 y 1700 hubieron 1346 personas quemadas en la hoguera, lo que significaba un porcentaje del 1.9% de los investigados y juzgados durante el proceso inquisitorial.
Ahora bien, como ya lo mencionaba anteriormente el proceso de la inquisición estaba completamente regulado, algo que no era característica de la llamada «caza de brujas» el cual fue un periodo, contrario a lo que muchos creen, que se desarrolló en pleno renacimiento, no en la edad media, tal como lo afirman los historiadores Wolfang Behringer y Hans Ottomayer quien también fue director del museo de historia de Berlín, Alemania. Está caza de brujas no estaba regulada, y por ende tampoco implicaba una investigación y un juicio como si se realizaba en la inquisición. La caza de brujas básicamente se realizaba por la superstición del pueblo, respecto de personas que presuntamente practicaban «brujería», hacían «pactos con el diablo», realizaban «sacrificios», practicaban «magia negra», etc. Con base en esas acusaciones, tribunales seculares (no eclesiásticos, es decir ni católicos ni protestantes) ordenaba torturas sin ningún protocolo ni límite (obviamente la vida de los torturados se ponía en riesgo), y posteriormente ordenaban la muerte de las supuestas brujas.
A diferencia de la inquisición, cuyos principales fuertes eran Italia y España, la caza de brujas tuvo un amplio desarrollo en toda Europa, especialmente en Alemania y Polonia. Según el ya citado historiador Wolfang Behringer, experto en lo referente a la caza de brujas, en su libro «Hexen, Glaube, Verfolgung Vermarktung» en Alemania de una población de 16 millones, fueron condenadas a muerte 25.000 personas; y en Polonia, de una población de 3.4 millones de personas, 10.000 fueron condenadas. Si comparamos este fenómeno de la caza de brujas, haciendo la debida diferencia respecto de la inquisición, en España, de una población de 8.1 millones de personas, solo 300 fueron condenadas. Contrastando esos datos, encontramos que el periodo de la caza de brujas, por ejemplo, en Alemania y en Polonia (sin contrastar los demás datos de los otros países europeos) dejo más muertes de lo que dejó el proceso de inquisición en España, una de las inquisiciones «más sangrientas».
De esta forma, con estos históricos concretos, vemos que muchos de los supuestos datos «pseudohistoricos» que circulan en redes solo alimentan una leyenda negra y más que estar basados en evidencia, de basan en ideologías, cesgos cognitivos, ignorancia y emocionalismo.
Nota: El historiador Rodney Stark, en su libro «falso testimonio» también realiza un buen análisis de este tema.