¿ES GIORDANO BRUNO UN MÁRTIR DE LA CIENCIA?

José Alejandro Rosero Puentes

Es común ver en diferentes posts de las redes sociales, informaciones sensacionalistas en dónde afirman que Giordano Bruno fue ejecutado por la iglesia por sus ideas «científicas», especialmente en lo referente a su postulamiento de la teoría heliocentrica.

De esta forma, en el presente espacio pasaremos, de una manera muy superficial, aunque suficiente, a desmentir este mito que se ha difundido desde la ignorancia por medio de las redes sociales.

En primer lugar, la  iglesia condenó a Giordano Bruno por herejía, especialmente por negar la divinidad de Cristo, la Trinidad, y afirmar una clase de panteísmo; es claro que en ningún momento la iglesia lo condenó mediante el proceso inquisitorial por sus postulados científicos (aunque muchos de ellos fueran considerados como herejías), tal como se puede evidenciar en la sentencia proferida por el tribunal de la inquisición de Roma Italia en 1599, y ratificada por el Papa Clemente VIII en una carta, seguido esto de su ejecución en el año 1600 en la Plaza de campo de Fiori en Roma.

Ahora bien, respecto de sus ideas científicas estás no fueron nuevas, pues previamente el sacerdote católico Nicolás Copérnico había planteado la teoría heliocentrica (que la tierra gira alrededor del sol y no al revés) en su libro «Revolución de los orbes celestes». Por otro lado, sin justificar su muerte, las ideas científicas de Giordano Bruno no contribuyeron en prácticamente nada en la historia de la ciencia. Es más en sus libros como «De umbris idearum» y «De l’infinito, universo e mondi», manifiesta que creía en la magia natural, en la idea de que el universo tenía un alma, es decir, que los cuerpos celestes tenían un alma, algo que hoy llamariamos «astrología» pues desde esta «lógica», al estos cuerpos tener alma, podían incidir e influir en nuestro destino; de esa forma, aunque Giordano estaba de acuerdo en la observación del mundo y la experimentación, su método de estudio fue totalmente distinto al método científico actual.

Es más, como se puede inferir, sus tesis «científicas» son más que incompatibles con el pensamiento científico moderno y también lo eran con el conocimiento científico de la iglesia en su época, pues la iglesia católica siempre propendrió por desmitificar y desdeificar la naturaleza.

Básicamente la iglesia, influenciada obviamente por los conocimientos teológicos de la biblia, además de la influencia del pensamiento aristotélico en su filosofía, combatió a las ideas paganas que le atribuían alma espiritual a la naturaleza, como por ejemplo al sol, a las montañas, a los ríos, y que por lo tanto, según estos pagamos, dichos cuerpos de la naturaleza podían influir en el destino humano, más aún, cuando se calificaba a un río o algún cuerpo celeste como un «dios».

La iglesia afirmaba que estos cuerpos de la naturaleza no tenían ningún alma espiritual, ni eran dioses, sino que solamente eran cuerpos inertes que hacían parte y tenían su función dentro de la creación realizada por Dios, creación que fue puesta al servicio del hombre por el mismo Dios.

Según el historiador de la universidad de Harvard, Thomas Woods, en su libro «¿How The Church built The civilization?» afirma que, gracias a este combate de la iglesia contra esas ideas, fue que la ciencia pudo tener florecimiento, pues desde la perspectiva de la iglesia, al ser estas cosas inertes puestas al servicio del hombre, podían ser estudiadas y explicadas de manera racional. Según Woods, gracias a este combate intelectual, fenómenos de la naturaleza como por ejemplo la lluvia y la sequía, dejaron de ser tomados como manifestaciones de los «dioses» paganos, sino que ahora, al igual que los cuerpos de la naturaleza, se convirtieron en fenómenos objetos de estudio racional.

No está de más aclarar, que este pensamiento se desarrollaba dentro del ámbito  de los intelectuales y académicos de la iglesia, más específicamente quienes dictaban clases en las llamadas «Universidades Catedralicias» (debido a que por ejemplo, universidades como la de Oxford tenían como aulas de estudio a las catedrales e iglesias), y obviamente como en todo, no faltaron algunos miembros de la iglesia que usaron el nombre de Dios y la ocurrencia de diferentes fenómenos cómo formas de control social. En conclusión, el tiempo trascurrió, y la historia juzgó, en tal forma que gracias a la ciencia moderna se comprobó que la iglesia católica tenía razón al calificar, por ejemplo, a cuerpos celestes como cuerpos inertes, pues con base en los descubrimiento actuales sabemos que por ejemplo las estrellas, no son cuerpos celestes  con un alma espiritual, sino cuerpos esferoides luminosos compuestos principalmente por gas, que están a altas temperaturas, y que debido a su propia gravedad  mantienen su forma; algo totalmente diferente a las creencias, calificadas muy seguramente calificadas hoy en día como «esótericas», de Giordano Bruno.

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