DE LOS TAURINOS
A ti, ser humano desprovisto de sentido común, te siento especial lástima. Por eso, escribo estas palabras para reconocer esa invalidez que te acompaña por gusto o por tradición. No dudes sobre la veracidad del desprecio que genera tu pasión, pues, por fortuna, hoy la persona es cada vez menos arraigada a las decadencias del difuso pasado y más sintiente, su corazón prevalece sobre sus costumbres. Si este texto al ser leído genera una sensación de tristeza y derrota, significa que no es para menos. Desde un triunfo cercenado escribo al taurino, porque es solo el sentido común lo que nos dista. Al ser también presa de la tradición, hablo sobre crueldad animal mientras mi cuerpo absorbe los nutrientes del pedazo de ser que, regularmente, pertenece en mis alimentos. Por eso está cercenada, porque no es posible como carnívoro jactarme de mi moralidad y de una victoria contra ustedes, toda vez que yo también padezco otra especie de retraso, uno que no es tan fácil de dejar como si debiera serlo el maltrato causado intencionalmente a un ser sintiente con la mera finalidad de entretener a una serie de ciegos. Por tanto, así como el vegano se compadece de mi por no tener suficiente control como para abstenerme plenamente de consumir cualquier cosa proveniente de un ser sintiente, no puedo caer en su error y compadecerme de ti taurino; me alegra que tu dolor exista y que cada segundo de alegría que tuviste en tus plazas, se convierta en una banderilla que apuñale tu espíritu, que cuelgue de tu ser hasta que el dolor no te permita levantarte más, mientas tu mente te observa y clava una espada que termine con tu sufrimiento; algo así como una muestra cultural para ese Dios, en el que seguramente también crees fervientemente y al que le das asco.
Siento la agresividad de las expresiones, pero esto solo es una corrida de toros puesta en palabras. Si el texto hiere, enfada e incluso conmueve, es porque cumplió su función. Espero que cada día tu mente evolucione taurino.
