A la hora de escuchar los términos de big bang, génesis y catolicismo, por lo general se entiende que al menos el primero es contradictorio con los últimos dos. Es así, que para evidenciar que aquella premisa o concepción es errónea, en primer lugar, debemos establecer que es el big bang.
Encontramos pues, que dentro de la conciencia popular este último se entiende como una explosión, la cual es a su vez para muchos el “origen de todo”, incluso muchos se atreven a decir que fue la explosión de una estrella o fue una explosión causada por el choque de dos estrellas, algo completamente absurdo, pues previo al big bang, no existía ni el espacio, ni el tiempo, ni la materia, por ende es imposible que ya hubiera una forma de materia (las estrellas) que fuera prexistente.
No obstante, como se viene explicando, el big bang no es una simple explosión”, el modelo del big bang, básicamente nos viene a explicar lo que sucedió después del punto T=0, es decir, lo ocurrido luego del punto inicial en el que aún no existía ni espacio, tiempo y materia. El big bang nos viene a explicar la expansión del universo, más técnicamente lo que se denomina la “inflación cósmica” desde una óptica conocida como el “modelo inflacionario del universo”, en donde después del momento T=0, el universo tuvo una expansión acelerada.
Consecuentemente lo anterior significa que el modelo del big bang en si no explica el “origen” del universo ni la creación misma que sería equivalente al punto T=0, solo nos explica lo que paso después del momento T=0, en el que aún nada existía.
Básicamente el big bang es un modelo físico que no puede abordar ese momento T=0, pues un modelo físico, al ser una estructuración matemática de relaciones entre objetos físicos, no pondría funcionar con una variable igual a cero, pues cualquier número que sea multiplicado o dividido por cero, dará cero, por lo cual es un sin sentido entender al big bang como el modelo que explica el origen de todo, o el momento de creación que en física sería el punto T=0.
Con base en la explicación anterior, perfectamente podemos concluir que el modelo del big bang por sí mismo no intenta explicar el momento de la creación T=0 en sí mismo, por ende, este modelo tampoco refuta ni confirma la existencia de Dios, pues como lo veíamos al ser este un modelo con una estructuración matemática entre objetos físicos, obviamente no podría abordar a Dios como una variable de la ecuación al ser él un ser inmaterial que no está gobernado ni por las leyes de la física ni de la materia en general.
Ahora bien, para algunos han surgido dos probables respuestas a la pregunta sobre cuál es el origen del universo, no obstante, las dos se caen por su propio peso.
Una de ellas es la que afirma que el universo vino de la nada. Está afirmación está en contra del principio lógico “Ex Nihilo nihilo fit”, que básicamente consiste en que es imposible que, del no ser, es decir de la nada, pueda surgir algo, ya que precisamente la nada es la ausencia de ser, que en términos de física vendría a ser la ausencia de espacio, tiempo, materia y energía.
La segunda de aquellas es la que afirma que el universo pudo provenir de una especie de energía, lo cual también es absurdo, pues según la mayor parte de la comunidad científica, entre ellos Alexander Vilenkin, creador del teorema Borde-Vilenkin-Guth (BVG), (que entre otras cosas es uno de los mayores aportes a la astrofísica moderna) afirma que la energía no puede existir en un marco en el que no exista espacio ni tiempo, por ende no es correcto afirmar que el espacio, tiempo y materia, puedan provenir de una energía que en sí misma no puede existir sin el espacio y sin el tiempo.
Es así que llegamos al punto por el cual los académicos creyentes vienen a proveer una respuesta al origen del Universo, que anticipadamente ya sabemos es Dios, pero que, contrario a lo que muchos sin el conocimiento suficiente afirman, NO ES UN POSTULADO CONTRARIO A LA TEORIA DEL BIG BANG.
Básicamente lo que los creyentes afirman (me incluyo entre ellos) es que, con base en la observación del universo, vemos pues que todo lo que comienza a existir tiene una causa, y como el universo empezó a existir (no hay evidencia que este sea eterno, aunque si hay algunas incipientes teorías que más que científicas se pueden tornar filosóficas ante la falta de evidencia), de allí podríamos deducir que tiene una causa.
Ahora bien, dicha causa necesariamente debe ser acorde con el concepto de Dios (al menos el concepto de Dios dentro de las tres grandes religiones monoteístas: el cristianismo, el judaísmo y el islam), es decir concordante con ser atemporal (fuera del tiempo), un ser aespacial (fuera del espacio) y un ser inmaterial (por fuera de la materia), ya que si él estuviera sujeto a una de las dimensiones del universo (espacio, tiempo) o a la materia, por definición no sería creador, pues el creador por definición no puede estar sujeto a las leyes de su creación, sería un contrasentido.
Por ejemplo, al afirmar que el creador está sujeto a las leyes de su creación, sería equivalente a decir que el ingeniero automotriz que diseña crea, y hace el motor de un vehículo, este sujeto a las leyes o patrones de funcionamiento de dicho vehículo, o de dicho motor.
En contraste y con base a lo anterior, algunos pueden llegar a formular las siguientes preguntas, ¿Si Dios es la causa de todo, quien causo a Dios? O ¿Quién creó a Dios?
Frente a las anteriores preguntas, antes de pasar a responderlas, debemos observar que desde la base misma de su formulación hay un error de la concepción de Dios, ya que, al estar hablando de una “causa” se está tomando como presupuesto de la pregunta una característica propia del universo, una característica (todo lo que empieza a existir tiene una causa) que se desarrolla dentro del concepto y modelo físico de nuestro universo espacial, temporal y material, no algo propio de la explicación, principalmente de la escolástica, de lo que intenta ser un concepto de Dios (el cual al ser infinito es indefinible ante nuestra capacidad de seres finitos), la cual afirma, precisamente, que Dios está fuera de ese marco de espacio, tiempo y materia propio del universo.
Por lo tanto vemos como se parte del error del concepto de Dios al darle el tratamiento de un ser sujeto a espacio, tiempo y materia, cuando, como ya se ha reiterado varias veces, él no está sujeto a aquello, pues es el creador.
Consecuentemente, Dios, es la causa incausada, incausada ya que es el ser subsistente por sí mismo (que no necesita de otro ser para existir), toda vez que el acto de existir de Dios es propio de su naturaleza, por lo cual al ser dicho acto propio de su naturaleza no requiere de otra causa para existir más que su propio ser.
Por las anteriores razones, podemos concluir que él es increado, no tiene creador que sea la causa de su existencia al tener dentro de su naturaleza el acto existir y por lo tanto puede ser en si mismo; contrario al universo, el cual al ser contingente, es decir, que no existe en virtud de su propia naturaleza, debe ser causado por otra cosa, en este caso por Dios, la causa primera de todas las cosas, al ser el único ser subsistente por sí mismo, más allá del espacio, el tiempo y la materia.
Del mismo modo, debemos comprender que Dios es un ser que nunca comenzó a existir, y, por ende, tampoco dejará de existir, ya que él es el ser eterno, el motor inmóvil (diría el doctor angélico Santo Tomas de Aquino) que no tuvo comienzo ni tampoco tendrá final, es la eternidad en sí misma, es el ser que vive en un eterno presente.
Con base a lo anterior podemos deducir que al usar los verbos “causo”, “creó”, se cae a su vez en una de las dimensiones del universo, más específicamente la temporal al usarlos en tiempo pasado, lo cual no es concordante con el ser de Dios, quien, como ya dijimos al ser atemporal no está sujeto al pasado, presente o futuro, (tal como si lo estamos nosotros pues nos desenvolvemos dentro del universo y por ende estamos sujetos a sus leyes), es decir, es un ser eterno.
En contraste, podemos encontrar otra objeción que consiste en aplicar el mismo principio lógico “Ex Nihilo nihilo fit” “de la nada no puede surgir algo” al concepto de creación ex nihilo que postulan los creyentes.
De esta forma, encontramos que quienes formulan esa misma objeción al postulado de la “creación de la nada” de Dios, no comprenden correctamente dicho postulado, pues quienes plantean la objeción, toman la “nada” como una “nada absoluta”, la toman como la total ausencia de ser, algo que no es correcto, pues no se refiere a la nada absoluta sino a la nada material, en el sentido en que la creación se realiza sin que exista materia preexistente, no en el sentido en que esta corresponda a la total ausencia de ser.
En el mismo sentido, es necesario aclarar que el principio lógico “Ex Nihilo nihilo fit”, es complementario del principio de causalidad proporcional, el cual consiste en que todo efecto, de alguna manera u otra, está contenido en su causa. Es así, que para el teísmo todos los efectos están eminentemente contenidos en Dios (la causa primera de todas las causas), por lo cual la “creación ex nihilo”, no se refiere a la nada absoluta, pues al haber un “contenedor de los efectos de todas las cosas” (Dios), descartamos completamente la nada absoluta, en virtud que la nada no puede contener algo, lo que sería equivalente a afirmar que sin contenedor no podría haber efecto.
Por el contrario, encontramos que la creación vendría a ser el efecto contenido en la causa primera de todas las cosas, que es Dios, es decir, la creación como efecto no provendría de la nada, sino por el contrario provendría de Dios al estar contenida en él, pues al ser la causa de todas las cosas, también es el contenedor de todos los efectos.
De igual manera, tampoco se puede tomar a la creación como un cambio, en el que se realiza alguna potencialidad de algo, pues es irrazonable concebir que existe una potencialidad en algo que no existe, mucho más irrazonable seria tomar a Dios como la causa eficiente de ese cambio, es decir tomar a Dios como aquello que actualiza la potencia de algo que no existe, pues sería equivalente a decir que Dios permite el tránsito de la plena nada al ser, o equivalente a decir que Dios causa el ser del estado de no ser, lo cual es contradictorio pues de la “nada no puede surgir algo”.
Entonces, si la creación ex nihilo no quiere decir que esta provenga a partir de la nada absoluta, sino más bien hace referencia a una nada material, y tampoco hace referencia al “cambio” o al “movimiento”, la manera de entenderla es como un orden, un orden de sucesión de lo que es, “el ser”, y de lo que no es, “el no ser”. Dejemos que el doctor Angélico, Santo Tomas de Aquino, nos explique mejor aquello:
“3. Cuando se dice que algo es hecho a partir de la nada, la preposición a partir de no indica causa material, sino tan sólo orden; como cuando decimos que el mediodía se hace de la mañana que no indica más que después de la mañana viene el mediodía. Pero hay que tener presente que la preposición a partir de puede incluir negación cuando digo nada, o también puede estar incluida en ella.
Si se toma incluyendo la negación, entonces permanece el orden, y se indicará el orden de sucesión entre lo que es y el no ser. En cambio, si la negación incluye la preposición, entonces se niega el orden, y su sentido sería: Se hace de la nada, esto es, no está hecho de algo; es como cuando se dice que uno habla de nada porque no habla de algo. Ambos sentidos son aplicables cuando se dice que algo se hace a partir de la nada.
En el primer sentido, la preposición a partir de indica orden; en el segundo, implica relación de causa material, la cual es negada” (Suma Teológica, Parte 1, cuestión 45, articulo 1)
Como se pudo ver, partiendo desde un punto de vista tomista principalmente, vemos como la teoría del big bang no contradice una creación por parte de Dios, es más, quien la formuló, tampoco encontraba una contradicción entre el modelo físico y la creación por parte de Dios, lo cual a su vez significa que no encontraba una contradicción entre fe y razón. Algo más curioso aún, es que quien postulo esa teoría fue el sacerdote católico apostólico romano y astrofísico belga George Lemaitre, cuya historia sobre como fundamento y probo su teoría se abordará en otro artículo.
Finalmente, y en consecuencia de todo lo anteriormente expuesto, incluyendo la religión que profesaba el mismo George Lemaitre (Cristianismo Católico Apostólico Romano), no podemos dejar pasar el análisis sobre lo que el Magisterio de la Iglesia Católica profesa respeto de la creación, más aún cuando muchos sin conocer la doctrina católica se lanzan a afirmar que el modelo del big bang es contrario a lo que “la iglesia dice”.
Vemos así, que en el canón 283 del Catecismo de la iglesia católica (un pequeño resumen oficial de la doctrina católica), el cual hace referencia a la catequesis de la creación, la iglesia afirma lo siguiente:
“La cuestión sobre los orígenes del mundo y del hombre es objeto de numerosas investigaciones científicas que han enriquecido magníficamente nuestros conocimientos sobre la edad y las dimensiones del cosmos, el devenir de las formas vivientes, la aparición del hombre. Estos descubrimientos nos invitan a admirar más la grandeza del Creador, a darle gracias por todas sus obras y por la inteligencia y la sabiduría que da a los sabios e investigadores.
Con Salomón, éstos pueden decir: «Fue él quien me concedió el conocimiento verdadero de cuanto existe, quien me dio a conocer la estructura del mundo y las propiedades de los elementos […] porque la que todo lo hizo, la Sabiduría, me lo enseñó» (Sb 7,17-21).”.
De lo anterior podemos concluir, que la iglesia, contrario a lo que muchos desinformados afirman, en vez de rechazar los avances científicos (en general y aquí específicamente lo que refiere al origen del mundo), los abraza, pues han “enriquecido magníficamente nuestros conocimientos”, al punto que nos llevan a “admirar más la grandeza del creador” y “a darle gracias (…) por la inteligencia y la sabiduría que da a los sabios investigadores”.
A tal punto la iglesia agradece la sabiduría de estos “sabios investigadores” al abrazarlos y sentirse honrada cuando estos son parte del observatorio astronómico del vaticano, sin importar sus creencias o religión. Un ejemplo de uno de ellos, es el astrofísico ateo Stephen Hawking, quien era miembro del observatorio astronómico del Vaticano, y fue condecorado y admirado por todos los papas que conoció, desde Pablo VI, hasta Francisco I.
En consecuencia, surgirá una pregunta para muchos, ¿Entonces para la iglesia que papel viene a tener la biblia, específicamente el Génesis, pues, según lo anterior, evidentemente no se está tomando de forma literal la narración de la creación por parte de Dios?
En primer lugar, se debe entender, que la primera interpretación que se hace de la biblia es la “literal”, no obstante, cuando con base en el contexto en que se desarrolla un pasaje pueden surgir otro tipo de interpretaciones, o cuando en su misma forma gramatical no es posible tomar la interpretación literal, venimos a tomar la “interpretación espiritual” que se divide a su vez en sentido moral, alegórico y anagógico
Básicamente, de hecho, la interpretación del Genesis no se toma en su totalidad de manera literal, ni tampoco se toma con el objetivo de dar una explicación científica del origen del mundo, lo cual sería un despropósito pues estas verdades le estaban siendo reveladas a un pueblo (Israel) que hace 4000 años aproximadamente no tenía los conocimientos científicos que si tenemos hoy en día, más por otro lado, si vendría a ser la explicación de una realidad y algunos eventos de la realidad espiritual que marcaron para siempre al ser humano.
Por otro lado, cabe recalcar que la biblia no es un libro científico (lo cual no implica que sea contraria a la ciencia), la biblia, vendría a ser la forma en que Dios se revela a los hombres en palabras humanas, es la forma en como Dios muestra a los hombres la verdad para su salvación, la biblia nos narra la verdad espiritual de Dios y los hombres, una verdad sobrenatural, una verdad metafísica (más allá de la física), es decir, más allá del mundo material.
Desde luego en dichas verdades reveladas podemos encontrar algunos esbozos acerca de la naturaleza de Dios, verdades de fe y moral, básicamente encontramos las verdades que Dios quiso revelar para nuestra salvación.
Concordante a lo anteriormente expuesto, encontramos en el canón 284 del catecismo de la iglesia católica cual es la principal cuestión, el punto determinante de la creación, que como veremos a continuación, no es específicamente una verdad científica:
“El gran interés que despiertan a estas investigaciones está fuertemente estimulado por una cuestión de otro orden, y que supera el dominio propio de las ciencias naturales. No se trata sólo de saber cuándo y cómo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando apareció el hombre, sino más bien de descubrir cuál es el sentido de tal origen: si está gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima, o bien por un Ser transcendente, inteligente y bueno, llamado Dios.
Y si el mundo procede de la sabiduría y de la bondad de Dios, ¿por qué existe el mal? ¿de dónde viene? ¿quién es responsable de él? ¿dónde está la posibilidad de liberarse del mal?”.
En conclusión, el modelo físico teórico del Big Bang, no es contradictorio con el relato de la creación del libro de Génesis, por un lado, porque es un modelo que por sí mismo no explica el origen de todo sino solo lo que ocurrió después del momento T=0, además de que por su propia concepción no incluye en la ecuación la existencia o no de Dios (existencia que si se tiene en cuenta en la explicación teísta de la creación) al ser él un ser espiritual que no está sujeto a las leyes de la física ni de la materia.
Por otro lado, dicho modelo tampoco es contrario al relato del Génesis respecto de la creación, pues al menos, desde la doctrina de la iglesia Cristiana Católica Apostólica Romana, el libro del Genesis no se debe tomar en su totalidad de forma literal y porque el propósito de dicho libro en si no es la explicación científica del mundo material, sino la explicación de sucesos de un mundo espiritual.
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