La afirmación «Yo soy el que soy» que se encuentra en las páginas sagradas de la Torah, concretamente en el libro de Shemót, capitulo 3 versículo 14, la cual es una declaración divina que encapsula la esencia intrínseca de Di-s como la personificación absoluta de la existencia misma. Es una afirmación metafísica que invita a una profunda reflexión y comprensión.
Cuando se dice «Yo soy el que soy», se está haciendo referencia a un ser cuya esencia es la existencia. Esto puede parecer vago y abstracto, por lo que intentaremos desentrañar su significado. En términos filosóficos, estamos hablando de un ser que trasciende la temporalidad, que existe en sí mismo y por sí mismo, cuya existencia no es contingente, sino necesaria e inmutable es la existencia.
Contrariamente, nosotros, los seres humanos, somos caracterizados por nuestra contingencia. Nuestra «existencia» es efímera y transitoria. No existíamos en un punto pasado, emergimos a la existencia en un cierto momento, y eventualmente, dejaremos de existir. Nuestra esencia, por lo tanto, es la contingencia. Esto implica que nuestra «existencia» no es necesaria, luego, es contingente. Dependemos de factores externos y estamos sujetos al cambio y a la eventual desaparición.
Di-s, en cambio, es un ser cuya existencia es necesaria e inalterable. Su esencia no es la contingencia, sino la existencia misma. Su existencia no es un accidente ni depende de ningún factor externo. Es un ser autocontenible y autosuficiente, cuya existencia es eterna e inmutable. Cuando dice «Yo soy el que soy», está declarando su existencia permanente y necesaria, su eternidad y su inmutabilidad.
Por ello, en el precitado versículo, el Creador responde a Moshe que Él es eterno y único, no posee varias facetas, es el mismo siempre, Él fue, Es, y Será. Él estuvo con los patriarcas, Él está ahora con ellos, y también estará con las generaciones del futuro.
Como resultado de esto, el enunciado «Yo soy el que soy» en la Torah es una declaración de la naturaleza trascendental de Di-s, un ser cuya esencia es la existencia misma, cuya existencia es necesaria e inmutable, en contraste con nuestra existencia contingente y transitoria.