UN VIAJE A TRAVÉS DE LA MEMORIA: REFLEXIONES SOBRE LA SHOÁ

En el luminoso lienzo del tiempo, cada día deja una huella única y significativa, precisamente, el 3 de agosto, emerge como un momento de gran importancia en la educación sobre la Shoá. En esta fecha, se busco mantener viva la memoria, aunque dolorosa, con el firme propósito de recordar para que la historia no se repita.

En este día trascendental, resonaron palabras escritas desde lo más profundo del alma, palabras que nos conectan con los horrores vividos en el pasado y que nos instan a reflexionar sobre el futuro. Estas palabras, impregnadas de emotividad y significado, adquieren una relevancia atemporal.

Aquí, en este espacio, compartimos esas palabras con humildad y respeto, honrando la memoria de quienes vivieron aquellos tiempos oscuros.

Un día como este, nos permite recordar la importancia de aprender de nuestro pasado y trabajar juntos para construir un mundo más tolerante, compasivo y justo. En cada palabra escrita en esa instancia, encontramos la fuerza para enfrentar los desafíos del presente y forjar un futuro de esperanza.

Así que, en honor a aquellos que vivieron y sufrieron, replicamos aquí las palabras del discurso, uniendo nuestras voces en la búsqueda de un mundo mejor, donde la memoria perdure y la Shoá permanezca en nuestros corazones como un recordatorio perenne de la resiliencia humana.

Queridos compañeros,

Hoy nos encontramos aquí para recordar un capítulo doloroso de la historia de la humanidad, un tiempo en el que la maldad y el odio se desataron sin piedad: la Shoá, -el genocidio judío-. En medio de ese oscuro abismo, surge una pregunta que nos desgarra el corazón: «¿Dónde estaba HaShem, Di-s?» La respuesta es clara y conmovedora: HaShem estaba allí, llorando con sus hijos.

En la oscuridad más profunda, Di-s lloraba con cada una de las almas inocentes que fueron arrebatadas cruelmente. Sus lágrimas se mezclaban con las nuestras, sufría con nosotros y por nosotros. Aunque en esos tiempos oscuros parecía que el Creador estaba en silencio, su presencia amorosa no nos abandonó.

Pero hoy, también nos preguntamos, y con más ímpetu: «¿Dónde estaba el resto de los seres humanos? ¿Por qué no hicieron lo que tenían que hacer para salvar a esos niños, a esas mujeres, a esos ancianos y personas inocentes? ¿Por qué no prestaron atención a las señales que se les presentaron?» La verdad es que muchos cerraron los ojos ante el horror, permitieron que la indiferencia y el miedo les nublaran el corazón, y lo peor de todo, es que hoy hacemos lo mismo.

En tiempos de sufrimiento y persecución, también hubo héroes que emergieron de entre las sombras. Personas valientes que arriesgaron sus vidas para proteger a sus semejantes, que extendieron una mano amiga en medio del caos. Estos héroes nos enseñan que incluso en las peores circunstancias, podemos encontrar luz en la oscuridad.

Hoy, al recordar a las víctimas de la Shoá, debemos hacerlo con humildad y con un profundo compromiso. La memoria de aquellos que sufrieron nos convoca a no olvidar, a no permitir que la historia se repita, a ser guardianes de la humanidad y defensores de la dignidad.

La Shoá fue una atrocidad inimaginable, pero también es un recordatorio de la fragilidad de la humanidad y la importancia de la empatía y la compasión. No podemos quedarnos en silencio ante la injusticia y el sufrimiento de otros. Cada uno de nosotros tiene el poder de marcar la diferencia.

Que el dolor y la angustia de aquellos tiempos nos inspiren a construir un mundo más justo y amoroso. A honrar la memoria de los que perecieron con nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros corazones abiertos.

HaShem lloraba con sus hijos y nos recordaba que, incluso en los momentos más oscuros, hay un rayo de esperanza que nos guía hacia la luz. Seamos esa esperanza, seamos esa luz.

Elevemos nuestros deseos de no olvidar a las víctimas de la Shoá con nuestro compromiso de construir un mundo donde la tolerancia y el respeto prevalezcan. Donde nunca dejemos que el odio y la indiferencia se apoderen de nosotros.

En este día, elevemos nuestras plegarias por las almas perdidas y por la esperanza de un mundo en el que la humanidad se una en amor y unidad.

Que HaShem nos bendiga con la fuerza para actuar con valentía, la sabiduría para enseñar a las futuras generaciones y el corazón para nunca olvidar.

Que sus almas descansen en paz y que su memoria sea una eterna inspiración.

Baruj ata Adonai, Eloheinu Melej haolam, Bendito eres Tú, Señor nuestro Di-s,

Escucha nuestras plegarias, acepta nuestro dolor,

Y concede descanso eterno a las almas de los perdidos en la Shoá.

Amén.

Santiago Pérez Hernández

El autor del libro «Israel: Una Tierra de Historia, Cultura y Tradición», coautor de «Historia del Derecho Procesal, una Mirada a las Familias Procesales», fundador del blog Hasagot-Lex y del Coloquio Austrittsgemeinde, ha escrito numerosos artículos en las áreas de derecho, historia y religión. Además, ha sido partícipe en diversos congresos sobre derecho privado, constitucional y público.

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