«El hecho religioso, la dimensión religiosa, no es una subcultura, es parte de la cultura de cualquier pueblo y de cualquier nación»
Papa Francisco
El cristianismo religión de la persona y no del Estado tiene sus orígenes alrededor de 2000 años, en el mismo lugar de nacimiento de las otras monoteístas: Israel o el oriente próximo; y engloba a todos los que han considerado, consideran y consideraran a Yeshúa (Jesús) como el mesías, salvador, el hijo de Di-s, o incluso Di-s hecho hombre, dependiendo de a quien se le pregunte.
El cristianismo ha demostrado durante mucho tiempo una gran capacidad para ganar nuevos fieles y adeptos. Es cierto que el concepto cristiano, con la noción de Di-s Padre y del infinito valor del alma humana, con la predicación de la ley de la justicia en el amor, no podía dejar de atraer a las masas. El motivo central de la predicación del Nazareno era bastante interesante, del Reino de Di-s y su advenimiento. La palabra del mesías se ajustó con facilidad a las experiencias y expectativas de sus coetáneos, el querer un mundo mas justo y menos salvaje.
El llamado «Nuevo Testamento» proveía la certeza de la inminente instauración de un orden nuevo que Di-s habría consagrado con el triunfo de su justicia. Sobre esa «verdad» consoladora se basa la moral evangélica que implica el renunciamiento a los valores mundanos, efímeros y pecaminosos (aunque mas tarde como órgano terrenal se dedicaría a esto), y el reconocimiento y aprecio de los valores espirituales eternos.
El Evangelio se funda en la conciencia de la paternidad divina, que es fuente de confianza y alegría para el hombre. La visión consoladora de los valores religiosos y morales, prácticos y filosóficos, que popularizó el cristianismo, lo convirtió en el vehículo de grandes realizaciones sociales a través del tiempo y de las naciones, eso es a todas luces innegable, esta religión ha contribuido más que ninguna otra a engrandecerlo y a salvar al mundo y a la civilización, esta es la razón del éxito del cristianismo y la razón de su perenne vitalidad que a veces se pretende desconocer.
Además, como religión en la cual la relación de la conciencia de los fieles con Di-s tiene un valor absoluto, el cristianismo difiere también en esto de los antiguos ritos paganos, en los cuales las ceremonias, los sacrificios y las diferentes formas externas constituían la parte más importante del culto.
Ahora bien, en el ámbito del cristianismo, el catolicismo significa universalidad. El primero es el género y el segundo sería la especie; en todo el mundo las comunidades católicas profesan obediencia incondicional a Roma, los fundamentos del catolicismo se encuentran en el respeto a la tradición y al rito, como órgano que completa el valor de las Sagradas Escrituras, de la revelación divina, y en el reconocimiento del primado del Papa, como consecuencia del conferido por el Nazareno a el apóstol Pedro. Se profesa además una participación en la vida comunitaria de la Iglesia; culto; sacramentos; mandamientos todo siempre unidos a la fe, que se nutre de ellos y los plasma, tales son los componentes fundamentales de la vida religiosa católica.
Resumiendo, la letra de la ley divina debe practicarse en el total respeto a su espíritu, y coincidir con él, y la libertad de la conciencia individual debe encontrar la propia realización en la obediencia a la Iglesia, madre y maestra de la verdad. Es una síntesis de valores, de individualismo y comunidad, de factores internos y externos, de fe y culto, que se presta a interpretaciones diferentes, esta es la fuerza y la debilidad del catolicismo, además de hacer difíciles las relaciones con las otras confesiones cristianas, se hacen más inestables y complejas por el hecho de que la Iglesia católica se sitúa como organismo visible en la mutabilidad de la historia, mientras sus valores están por encima y por fuera de las dimensiones temporales. Sucede, entonces, que la Iglesia católica no se puede desentender de los hechos políticos, económicos y sociales, por cuanto si lo hiciera no podría mantener su presencia activa en el acontecer del hombre, en su mediación entre ultraterreno y terreno, el peligro que siempre ha corrido y corre la iglesia de Roma es el de apoyarse más sobre lo terrenal, con el peligro siempre presente de comprometer los fines espirituales, que deberían ser los más importantes.
Ubicación física: Città del Vaticano