Se dice que la globalización es un proceso vinculante entre casi todos los países del mundo, en el cual hay cambios de carácter económico, social, cultural, etc. Se dice que supuestamente este proceso ayuda al desarrollo de países enteros haciendo que estos estén comunicados los unos con los otros ejerciendo “mutuas colaboraciones”. Pero, ¿Será verdad esto?, ¿No será dicho proceso más que una cortina de humo para ocultar verdaderos intereses financieros de unas minorías? ¿Sera que es verdad que todo el mundo es vinculado? ¿O será más bien que los únicos involucrados son aquellos que se quieren aprovechar y aquellos que son aprovechados? ¿Qué pasa con los países que necesitan apoyo pero que no tienen nada que brindar?
La globalización esta cercanamente relacionada con el neoliberalismo y por lo tanto con todas las ideologías capitalistas. En el capitalismo actual se está dando una nueva forma de esclavitud, una forma en la que las personas ni siquiera se están dando cuenta de que están en dicho estado. Hoy en día las personas están en un círculo vicioso, cuyo objetivo es únicamente el dinero. Las personas trabajan por dinero, en ocasiones descuidan a su familia y a sus amigos por el afán de estar trabajando todo por conseguir dinero. ¿Pero qué es lo que promueve dicho gasto de dinero? Básicamente es el consumismo, aquel consumismo impulsado por las grandes empresas y multinacionales en el mundo, un consumismo reflejado en una gran cantidad de productos que en su mayoría no tienen una utilidad significativa, un consumismo cuya promoción es reflejada en la caducacion de artefactos tecnológicos, los cuales después de determinado tiempo empiezan a fallar ya que vienen programados para esto, un consumismo que nos está consumiendo y nos está alejando cada vez más de la realidad, absorbiéndonos en una burbuja donde no somos conscientes del contexto que nos rodea.
Sin embargo, la globalización no solo conlleva a cambios económicos sino también políticos. Con la apertura del neoliberalismo predomina el “dejar hacer, dejar pasar”, en donde las empresas y multinacionales controlan todo, incluso las decisiones políticas. Es impresionante como las empresas multinacionales controlan la actividad estatal y se imponen sobre otros sistemas normativos, convirtiéndose en los reyes de todos los sistemas normativos que hacen parte del pluralismo jurídico. Hoy en día la apertura de los mercados, específicamente con la lex mercatoria, ha generado que existan normas que no se acatan a los sistemas normativos estatales sino que van paralelamente a este.
Es impresionante como hoy en día se están dejando afuera los fenómenos provenientes de las relaciones sociales, aquellas en las que verdaderamente se deben sustentar las normas, a cambio de favorecer los negocios de una minoría. Es terrible ver como las personas están poniendo el dinero por encima de los factores que realmente son importantes, por ejemplo, la protección del medio ambiente, el cual nos permite nada más y nada menos que vivir. ¿Cómo puede ser posible que tenga más valor un bulto de carbón que un litro de agua, siendo que el agua nos da la vida, y en cambio, el carbón nos acerca a la muerte cuando este entra en combustión, debido a la liberación de dióxido de carbono que envenena nuestros pulmones? ¿Como va a tener más valor un mueble que un árbol, siendo que el árbol limpia nuestro aire, produce oxígeno para varias personas, impide la fragmentación del suelo, etc?
Es impresionante como el dinero se está convirtiendo en nuestro amo, tanto así, que preferimos este elemento antes que la vida de nuestros semejantes y nuestra propia vida. El ser humano está olvidando lo que realmente es, y se está convirtiendo en un ser demencial que poco a poco va cayendo en un estado en el que nada le importa, a excepción del dinero. Es terrible ver como toda acción que hacemos, la realizamos con el fin de obtener dinero, todo con el supremo propósito de obtener dicho bien. Claro ejemplo de esto es lo que sucede en África, en donde la comunidad internacional deja morir a miles y miles de personas, ya que, no tiene algún recurso o fin que explotar allá. Lo mismo sucede en los Ángeles, (EE.UU), en donde miles de personas mueren debido al abandono estatal. Lo similar de estos dos casos es que las personas mueren en olvido ya que no tienen ningún bien o ningún recurso que puede ser explotado y aprovechado por las multinacionales y empresas, dejando en clara evidencia que algunos seres humanos solo intervienen cuando ven la posibilidad de explotar algún recurso, es decir, si hay dinero de por medio, en cambio si no hay nada que aprovechar, simplemente no intervienen. Obviamente, si se descubriera alguna mina de oro gigante, o un yacimiento de petróleo, inmediatamente intervendría la comunidad internacional junto a sus empresas con el supuesto fin de “combatir el hambre y las enfermedades”.
El ser humano solo se compadece después de pasar por una situación difícil, antes no, es decir, solo después de sufrir es que comprende el sufrimiento de los otros. Tal vez lo que pasa en estos casos es que se aprende a valorar todo lo que se tiene y se aprende a ser solidario con quienes estén en una situación difícil. ¿Sera que esta podría ser la causa de la indiferencia de la mayoría de la población hacia personas en condición de vulnerabilidad? ¿Sera que esa es la causa por la que los políticos olvidan los deberes que deben cumplir en sus respectivos puestos y prefieren enfocarse en el dinero? ¿Acaso las normatividades estatales no deben tener como fundamento las necesidades de las personas, teniendo en cuenta que entre más débiles son, más protección se les debe brindar?
No obstante, la culpa no es solamente de los gobiernos ni de las multinacionales, también es culpa de la misma sociedad, en donde grupos de personas son marginadas y rechazadas solo por no cumplir ciertos parámetros. Si toda la sociedad se uniera se podrían ayudar combatir la pobreza y la enfermedad. La culpa no es solo del Estado, simplemente el Estado es un reflejo de lo que es la sociedad. A veces es muy fácil criticar o discutir por algo que no se hizo. Ahora bien, la pregunta sería ¿Y nosotros que hemos hecho para remediar o ayudar a cambiar esa situación? Porque una cosa es hablar y otra cosa es hacer. Son más sagradas las manos que hacen que los labios que predican. ¿Qué pasaría si todos sacrificáramos un gusto y nos uniéramos para ayudar y dar comida a personas que estuvieran hambrientas? ¿Qué sucedería si todo el mundo se uniera y se recolectaran ayudas para combatir la pobreza extrema y el hambre mundial así como se hizo para la reconstrucción de la catedral de Notre Dame en Paris?
Para combatir esto lo primero que se debe hacer es cambiar la mentalidad de las personas. Después, reestructurar la forma en la que se ve el Derecho, ya no únicamente desde la perspectiva dogmática, sino desde una perspectiva que involucre la sociología jurídica y la filosofía del Derecho. La primera para hacer que el Derecho se acomode según las necesidades y contextos de la población, la segunda para hacer que estas normas dejen la injusticia a un lado aparte.
“Para cambiar el mundo hay que empezar por uno mismo” Alejandro Jodorowsky. Si no cambiamos de parecer y continuamos con la indiferencia el mundo no va a mejorar sino va a empeorar, y tarde o temprano tendremos que afrontar las consecuencias en carne propia.