“El nuestro es un país construido más en las personas que en el territorio. Los judíos vendrán de todas partes: de Francia, de Rusia, de América, de Yemen… Su fe es el pasaporte.”
David Ben-Gurión.
Durante dos milenios, el pueblo judío fue como una moneda que pasaba de mano en mano, sin un lugar seguro al que llamar hogar. Perseguidos en distintas épocas de la historia, sufriendo innumerables adversidades y condenados al exilio, parecía que la asimilación y la destrucción eran su destino inevitable.
Sin embargo, después de casi ser aniquilados por los nazis y de experimentar los horrores del Holocausto (Shoá), el 14 de mayo de 1948, un milagro ocurrió. En ese día, el Estado de Israel se estableció como un refugio para el pueblo judío, como un faro de esperanza y un asilo contra la opresión.
El nacimiento de Israel fue mucho más que una mera proclamación política. Fue la resurrección de un pueblo que había enfrentado la adversidad con coraje y determinación. Fue la consolidación de un sueño milenario que había sido preservado a lo largo de los siglos.
En este día, los corazones judíos aun de la diáspora, se llenan de alegría y gratitud al ver el resurgimiento de su pueblo. Es una ocasión para celebrar la fortaleza y la resistencia judía, para honrar a aquellos que lucharon y sacrificaron sus vidas por la libertad de Israel.
El Estado de Israel se convirtió en la tierra prometida, en un refugio seguro donde los judíos pudieron finalmente construir un futuro propio. Es una tierra donde florece la cultura, el arte y la innovación, pero también un profundo arraigo al pasado, a la memoria. Es un faro de democracia en medio de una región tumultuosa.
Este día nos recuerda que el pueblo judío ha superado obstáculos inimaginables y ha encontrado la fuerza para renacer. Es un día de agradecimiento y reflexión, donde nos comprometemos a preservar la independencia y la libertad de Israel.
En este 75 aniversario de Israel, recordemos que el Estado judío es más que una entidad política. Es un símbolo de esperanza y resistencia para todos aquellos que luchan por la autodeterminación y la dignidad humana.
En conclusión, esta fecha es el día en el que el pueblo judío renació de sus cenizas y encontró su lugar seguro en la tierra de Israel. Es una celebración de la resiliencia, la libertad y la esperanza. Es un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, la llama de la libertad nunca debe extinguirse, siempre como el Shamash perdurará.