Desvelamos un fragmento de la prosa nada etérea de Lewis, extraído de sus ‘Reflexiones Sobre los Salmos’, donde ilumina el oscuro sendero del orgullo intelectual. Sus palabras, tejidas con la delicadeza de un verso, nos advierten sobre aquellos que, al adentrarse en el estudio de las sagradas escrituras, caen presa de la soberbia intelectual. Sin embargo, su mensaje trasciende el ámbito religioso, resonando con una verdad universal que trasciende cualquier contexto.
«Si la materia es sagrada, las personas orgullosas e inteligentes pueden llegar a pensar que aquellos legos que no la conozcan no son solamente inferiores a ellos en habilidad, sino también menos dignos a los ojos de Dios; como decían los sacerdotes: «Pero esa plebe, que no conoce la Ley, son unos malditos» (Juan 7, 49). Y, a medida que aumenta este orgullo, la materia o estudio que confiere tal privilegio se volverá cada vez más compleja, la lista de cosas prohibidas aumentará, hasta que cumplir un día entero sin cometer ningún supuesto pecado se convierta en un elaborado paso de baile, y esta horrible red alimentará fariseísmo en unos y una inquietante ansiedad en otros. Mientras tanto, «el peso de la Ley», la justicia en sí misma, mengua hasta volverse insignificante bajo este vasto exceso de crecimiento, de forma que quienes se apeguen demasiado a la letra de la Ley colarán el mosquito y se tragarán el camello».
Lewis, C. S. (2010). Reflexiones sobre Los Salmos. Planeta.