En los tres libros tratados (Justa causa, Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera) vimos como el trabajo precarizado es presentado en cada obra como la tendencia de lo laboral, Márquez y Grisham nos narran desde diferentes épocas y países, la situación que se ajusta a la de hoy, la desigualdad económica, las carencias, el trabajo precarizado, el desempleo y la brecha social tan marcadas en diferentes realidades.
Tres historias, dos autores, cuatros géneros (Ficción legal, novela realista, ficción, realismo mágico) tres localidades, Nueva York, Cartagena y la ciudad por antonomasia de la literatura latinoamericana, Macondo; en estas veremos la prostitución, el servicio doméstico, los albañiles, abogados, médicos, fuerzas armadas, y sobre todo los marginados, golpeados, subordinados y desollados por la violencia descorazonada de los mal retratados empresarios y empleadores. Una retrospección literaria nos dará luz sobre esto:
• Justa causa, En esta pequeña, pero ilustradora novela, vemos la historia de la ignominia, de la esclavitud laboral capaz de destruir matrimonios como los del abogado Michael Brock, muestra el olvido del Estado por los marginados, por los abandonados, por los sin hogar, es la lucha de los juristas de los pobres que conocen realmente de qué se trata el derecho y sus dimensiones, donde los personajes que resaltaran son el exitoso abogado Michael Brock de uno de los bufetes más grandes de la ciudad Nueva York, el “terrorista” DeVon Hardy, la habitante de calle Lontae Burton y sus cuatro hijos menores, cuyos casos no son los típicos de drogadicción y deudas apabullantes, o de pérdidas familiares por vandalismo, son el reflejo de la ignominia y la esclavitud laboral, es por esto que la novela retrata la lucha por una justa causa.
• Cien años de soledad, Muchos años después frente al derecho laboral colombiano, el mítico pueblo de macondo nos recuerda aquellas realidades remotas y actuales de los pueblos del país, macondo era entonces una aldea donde el trabajo es como hoy en muchas poblaciones, uno individual, intelectual, pero sobre todo físico, aunque el mundo era reciente, y muchas cosas carecían de nombre podemos identificar fácilmente, que el trabajo y las relaciones laborales han perdurado en el tiempo. una persona que no trabaja no progresa y tiene el riesgo de perecer de hambre junto a su familia, como el esfuerzo de los fundadores de Macondo, especialmente de José Arcadio Buendía y su familia, que trabajaron sin esperar una remuneración, solo con el ánimo de hacer crecer su pueblo de ensueño o pesadilla según se vea.
• En el amor en los tiempos del cólera se describe como en la próspera y antigua ciudad amurallada de Cartagena nace una historia de amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza, en el escenario se nos mostrará las relaciones laborales de la infinidad de trabajadores que se vislumbran en más de media década, desde las sirvientas de la casa, hasta los capitanes de los barcos que zarparían por el magdalena a lo profundo de un país desolado por el cólera y desangrado por la guerra, una historia que se desarrolla a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, donde se veía con más sevicia que ahora las relaciones injustas del trabajo, asalariados que por poco eran esclavos, vendedores que hoy llamamos informales, trabajando al sol y la lluvia para llevarse una tajada de pan a la boca, médicos que eran la punta de la escala laboral y social, nos demuestra que siempre han existido profesiones de pobres y de ricos, que los marginados existieron, existen y existirán, que la luna de los pobres siempre estará abierta y el hambre será el pan de cada día.
Relación con el derecho laboral colombiano
Tres historias marcadas por las relaciones laborales cambiantes en el tiempo y en la distancia; el capitalismo deshumanizador, clasismo exuberante, normalización de la hoy llamada esclavitud laboral, sin garantías ni estabilidad. La explotación del hombre por el hombre en su máxima expresión, donde las sirvientas esclavas, los choferes subordinados, los abogados y médicos trabajando sin horas y sin tiempo, el trabajo precarizado como la bruma del invierno.
Entre sus hojas de ficción la realidad se asoma, hasta el punto de mofarse de nuestra contemporaneidad, se nos recuerda que tan poca humanidad nos queda y que tanto nos sobra la miseria, si piensan que mentimos, no les hace falta ir a las calles de Nueva York, o a la Cartagena del siglo XIX, ni imaginar las vías de macondo para saber que Grisham y Márquez hablan con veracidad y nos dan una pincelada de auténtica desdicha actual, a las relaciones de trabajo tan injustas, solo debemos asomarnos por la ventana y observar el panorama de desventura, para percatarnos que lo que nos cuentas es tan actual y tan anacrónico a la vez. En estas particulares historias nos llevan a cuestionarnos ¿Dónde está la justicia social?, ¿es tan solo un mito?, ¿o solo es un invento de la imaginación de los primerizos estudiantes de leyes? A lo largo de estas complejas pero fascinantes historias basadas en la realidad social descubriremos que el dinero es capaz de comprar el alma de nuestros personajes y más aún del nuestro propio.
Las relaciones laborales han cambiado y se han transformado para la protección cada vez mayor, claro está, con sus altibajos, hoy los trabajadores tienen garantías que hace 100 años ni en la imaginación parecían posibles, como son los fueros, los axiomas como la realidad sobre formas de un contrato, las vacaciones pagadas, el preaviso, pagos oportunos, entre muchos otros, que los empleados han ganado y ganaran. Por otra parte, el empleador ha recibido también un cobijo y limitaciones legislativas donde se le obliga al trabajador a cumplir con lo pactado y en dado caso a resarcir al empleado por el perjuicio causado.
Trabajo intelectual, personal, grupal, subordinado, independiente o dependiente, estas son figuras que hacen parte hoy del espectro laboral, pero que ya se veían en tiempos inimaginables por la mente humana. El reconocimiento de los derechos laborales significa un gran avance para la humanidad, sin embargo, ante la globalización neoliberal, las figuras jurídicas de protección se ven amenazadas, y será el deber del jurista velar por la guarda de los derechos de los marginados, golpeados, subordinados y desollados por el sistema.