Hermoso cielo, donde las nubes y las aves viven, crecen y pasan, con sus vuelos suaves.

Hermosa tierra nuestra, de vastos horizontes que por el mar se pierden o detienen los montes.

¡Oh, cielo de las lluvias y de los vendavales!

¡Oh, tierra de los anchos y dorados trigales!

¡Oh, tierra de los hombres! ¡Cielo de las estrellas! (Si el cielo las enciende, el hombre vive de ellas.)

Cielo del sol y el agua. Tierra nuestra del pan. Entre ambos mis amores repartidos están.

Rafael Alberti

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