LA MENORÁ, MÁS QUE UN SÍMBOLO

Santiago Pérez Hernández

La Menorá o Menorah es un candelabro de siete brazos con una rica historia y significado en la tradición judía. Según se narra en Éxodo 25:31-40, Di-s le encargó a Moshe en el Monte Sinaí la tarea de crear una pieza de arte sagrada: un candelabro de oro. Este candelabro debía ser elaborado en oro puro siguiendo un modelo celestial que le fue revelado. La construcción de esta obra maestra se encomendó a Betzalel, un hábil artesano (Éxodo 37:17-24).

La Menorá consta de siete brazos, cada uno con su cáliz, que servían para verter aceite y alimentar las llamas. Esta maravillosa obra tenía un propósito espiritual significativo: iluminar el Tabernáculo en el desierto, representando la luz divina y la guía de Di-s para los israelitas. La luz arrojada por la Menorá brillaba continuamente, desde la tarde hasta la mañana y desde la mañana hasta la noche, ilustrando un símbolo de constancia y devoción.

Éxodo 40:24 nos dice que el candelabro se ubicaba en el ala sur del Tabernáculo, frente a la cortina azul. Durante el período del Beit Hamikdash (Templo de Jerusalén), se utilizaron diez candelabros en el Templo: cinco a cada lado, frente al Sancta Sanctorum (1 Reyes 7:49). Lamentablemente, estos candelabros fueron destruidos por los babilonios en un trágico episodio de la historia judía.

La Menorá continúa siendo un símbolo emblemático en la cultura judía y se enciende cada Sabbat. Es especialmente relevante, su variante, en la festividad de Janucá, cuando se recuerda el milagro del aceite que tuvo lugar en el Segundo Templo. Este candelabro no solo destaca por su belleza artística, sino que también representa un poderoso recordatorio espiritual de la luz y la fe que han guiado al pueblo judío a lo largo de su larga historia.

Más adelante, la Menorá del Segundo Templo fue saqueada por Antíoco IV Epífanes, pero Judá Macabeo creó una nueva para la rededicación del templo, lo que dio origen al milagro del aceite que se celebra en Janucá (ver artículo relacionado).

En el año 70 de nuestra era, durante la destrucción del Templo, los romanos se apoderaron de la Menorá. Se presume que Tito la llevó a Roma, donde se la puede apreciar en el Arco del triunfo de este. Sin embargo, existe un debate entre los estudiosos sobre si esta Menorá es idéntica a la que estaba en el Templo original, ya que el candelabro que aparece en el Arco de Tito tiene una base octagonal, mientras que el original del Templo reposaba sobre tres pies.

A partir de la destrucción del Templo, la pista de la Menorá histórica se pierde, lo que ha dado lugar a numerosas leyendas e incertidumbres sobre su destino. La Menorá se ha convertido en un símbolo indeleble de la identidad judía y ha sido frecuentemente representada en las ruinas de sinagogas y tumbas del siglo I. Hoy en día, es un elemento distintivo en el escudo de Israel, simbolizando la persistencia, la espiritualidad, el lazo irrompible con la memoria, y la luz en medio de la oscuridad de la historia judía.

Dentro de la Cábala, la Menorá es interpretada como un poderoso símbolo que encarna el Árbol de la Vida, un concepto central en esta tradición. Los siete brazos de la Menorá son vistos como representaciones simbólicas de los planetas (siete en total) y los días de la creación (también siete). Además, los pilares que conforman la estructura del candelabro simbolizan aspectos esenciales de la existencia: la severidad, la misericordia y el equilibrio. Estos elementos se combinan para manifestar un mundo unificado y armonioso.

El brazo central de la Menorá adquiere un significado especial en la Cábala, representando la luz divina de Di-s y Su sabiduría infinita que se irradia constantemente en el universo. Los seis brazos restantes, a su vez, simbolizan la sabiduría del ser humano y los diversos caminos que uno puede tomar para acercarse a lo divino. También representan las cualidades del corazón que pueden ser refinadas y perfeccionadas a lo largo del viaje espiritual.

Una interpretación adicional de la Menorá es que las copas invertidas en la parte superior de cada brazo subrayan que la luz espiritual emana desde el interior de cada individuo, destacando la idea de que la iluminación espiritual y la conexión con lo divino se encuentran en el interior de cada ser, en lugar de ser una fuerza externa. La Menorá, por lo tanto, encarna profundas enseñanzas espirituales y místicas en la Cábala que buscan guiar a las personas hacia una comprensión más profunda de su propia esencia y su relación con lo trascendental.

Los sabios han dicho, y como se desprende de las interpretaciones de la Torá, que cada ser humano tiene una emanación del Eterno que fue soplada dentro de su cuerpo, lo que le da vida y un objetivo en este mundo, o sea el espíritu (Ruaj), así mismo, el pueblo judío tiene un solo espíritu (Neshamá) que le da unidad y le da sentido a la existencia. La Menorá entonces fue hecha de una sola pieza de oro que representa la unidad del pueblo judío y la diversidad del mismo, el oro, material del que fue hecho es una metáfora, pues este un mineral de los llamados primitivos o primeros, además de ser uno de alta conductividad como el pueblo de Israel, que ha sido el conducto para transmitir las enseñanzas del Eterno y primero en seguirlas.

Para el exterior la Menorá era un símbolo cual faro que irradiaba de luz al mundo, no en sentido literal, sino figurativo, es decir, ser una ejemplo para el resto de naciones y pueblos, y además, representa al alma, el carácter espiritual del ser humano, los anhelos que tiene, la luz interna que brilla dentro de la persona.

Por eso cada viernes-sábado (shabat), la encendemos, como recordatorio, pero más aún en la fiesta de la luminaria o Janucá, una dedicada al milagro del aceite, porque nos enseña que nosotros debemos comportarnos como el Shamash (la vela central que enciende a las otras) o sea encender en los otros el amor, la amistad, la fe, la tolerancia y el respeto, pues cuando hablamos de bienes espirituales, en oposición a bienes materiales, entre más comparto, más tengo, cuando hago eso no tendré menos; siempre tendré más.

El surgimiento del sionismo marcó un hito significativo en la historia del pueblo judío y la evolución de sus símbolos. En este contexto, tanto la Menorá como el Escudo de David (Magen David) adquirieron un estatus especial como representaciones perdurables de la identidad judía. Estos dos símbolos se han convertido en los emblemas distintivos del Estado de Israel y encapsulan la cosmovisión judía en la actualidad.

Ver: La guerra, la Janucá y sus enseñanzas.

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2 comentarios

  1. Luz Quiñonez R.

    Por que las diferencias?

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